El 28 de abril de 1947, zarpó de Callao en Perú una balsa con seis hombres y un loro con el objetivo de llegar a la Polinesia. El patrón era Thor Heyerdahl que contaba entonces con 33 años de edad.
- Kon-Tiki
- (1947)


La expedición era el resultado de una teoría sobre la que Heyerdahl había estado reflexionado desde su estancia en Fatu Hiva, una isla del Pacífico. Su idea era que los archipiélagos del Pacífico no habían sido poblados solo por occidentales, sino también por indígenas procedentes de América del Sur. Entre otros indicios, Heyerdahl señalaba la leyenda de Kon-Tiki Viracocha, un jefe nativo indígena que había navegado en una gran embarcación de madera desde Perú hacia donde se pone el sol en el oeste.

En la primavera del año 1946, Thor Heyerdahl presentó esta teoría ante un grupo de destacados antropólogos norteamericanos, que la recibió con frialdad. Uno de ellos, el arqueólogo Herbert Spinden, llegó incluso a desafiarlo: «Sí, intenta tú mismo viajar en una balsa desde Perú a las islas del Pacífico».

Heyerdahl aceptó el reto y comenzó inmediatamente a planear la expedición que junto a su tripulación lo llevaría en una balsa a través del Pacífico.


Lo primero que debía hacer era reclutar la tripulación. Aquello resultó un juego de niños, pronto tuvo a cinco hombres muy bien cualificados en el equipo. Juntos partieron hacia Ecuador a buscar la madera de balsa para la embarcación y luego siguieron hacia Perú para construirla.

A través de contactos personales, Heyerdahl logró que representantes del Ejército de Estados Unidos le ofrecieran para el viaje no solo sacos de dormir, raciones de alimentos de campaña, protectores solares y alimentos enlatados, sino también instrumentos de medición y equipos de radio.

Heyerdahl necesitaba además encontrar una secretaria para la expedición. Gerd Vold, de la embajada noruega en Washington, dijo estar dispuesta a asumir esa tarea. Ella se encargaría, entre otras funciones, de coordinar el contacto entre la embarcación y la tierra.


La tripulación de la balsa Kon-Tiki estaba compuesta por Heyerdahl, Herman Watzinger, Erik Hesselberg, Knut Haugland, Torstein Raaby y Bengt Danielsson. Heyerdahl basó la elección de su tripulación en que sus hombres fuesen personas de valentía inquebrantable y que cada uno de ellos contara además con alguna cualidad única, indispensable para la expedición.

Watzinger y Heyerdahl se habían conocido por casualidad en Nueva York. Watzinger era un ingeniero especializado en técnicas de refrigeración, hidrología y termodinámica, y se encontraba en los EE. UU. desarrollando tecnologías de refrigeración. Quiso unirse a la expedición, a lo cual Heyerdahl de inmediato respondió que sí. Watzinger fue el segundo al mando de la balsa Kon-Tiki.

Erik Hesselberg era un amigo de la infancia de Heyerdahl y marinero cualificado con cinco años de experiencia en la marina mercante. Como único miembro de la tripulación de la Kon-Tiki con experiencia marítima, Hesselberg sería el navegador del viaje. Era además graduado en arte, y fue él quien pintó la cara de Kon-Tiki Viracocha en las velas de la balsa.

Knut Haugland había participado como operador de radio en las acciones de sabotaje de la batalla noruega del agua pesada en Rjukan en 1943. A lo largo de esas dramáticas experiencias de guerra, Haugland había demostrado valor e ingenio.


Torstein Raaby era un hombre del mismo calibre que Haugland. También él había sido experto en radio y había pasado muchos meses en la meseta de Finnmark, detrás de las líneas enemigas, en condiciones extremadamente difíciles. Raaby había enviado, entre otras cosas, gran cantidad de información sobre el acorazado alemán Tirpitz, gracias a las «escuchas» que realizó de la antena de radio de un oficial alemán.

Bengt Danielsson era un antropólogo de la Universidad de Uppsala. Visitó a Heyerdahl durante los preparativos de la expedición Kon-Tiki para pedirle ser incluido. Tenía interés académico en las teorías de Heyerdahl sobre las migraciones y fue así el sexto y último miembro de la expedición, además de ser el único que hablaba español.


Hesselberg tenía conocimientos sobre navegación, pero nadie más en el grupo sabía navegar. Aún menos dirigir y controlar una balsa de madera, conocimiento perdido hacia ya cientos de años. No obstante, Heyerdahl depositó su confianza en que el equipo lograría dominar la balsa a lo largo del camino y en que los vientos del este y la corriente de Humboldt llevarían finalmente la balsa Kon-Tiki hasta la Polinesia. Varios expertos en antropología y en navegación lo consideraron muy improbable que la balsa pudiese llegar a la meta. Muchos argumentaron que se desintegraría después de dos semanas y que la expedición podría asemejarse a una acción suicida.


Los expertos estaban equivocados: a los 14 días Heyerdahl y su tripulación comprendieron que la balsa era apta para la navegación y resistiría. «La balsa es una embarcación fantástica para navegar por alta mar», escribió Heyerdahl en su cuaderno de bitácora.


Después de 101 días en el mar, la balsa Kon-Tiki encalló en un arrecife de coral en el atolón Raroia en la Polinesia. La expedición había sido un éxito rotundo y Thor Heyerdahl y su tripulación habían demostrado que los indígenas de América del Sur podrían haber llegado a las islas del océano Pacífico en balsas de madera.


En 1948, un año después de la expedición, se publicó el libro: «La expedición Kon-Tiki». Traducido a más de 70 idiomas, ha vendido decenas de millones de copias, lo que lo hace el libro escrito por un escritor noruego más vendido de la historia.

En 1950 Heyerdahl hizo también un documental sobre la balsa Kon-Tiki, basado en las grabaciones realizadas por la tripulación durante el viaje. La película ganó el Oscar al mejor documental en 1951.
